AZORÍN – JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ – (ESPAÑA,1873-1967)

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AZORÍN

Ensayista, novelista, autor de teatro y crítico español, nacido en MonóvarAlicante. Trabajó activamente en política durante los primeros años de su carrera. Fue uno de los escritores que a comienzos del siglo XX luchó por el renacimiento de la literatura española. Fue el propio Azorín quien bautizó a este grupo con el nombre de Generación del 98, como se le conoce en la actualidad. El tema dominante de sus escritos es la eternidad y la continuidad, simbolizadas en las costumbres ancestrales de los campesinos. Obtuvo el reconocimiento de la crítica por sus ensayos, entre los que destacan El alma castellana(1900), Los pueblos (1904) y Castilla (1912). Se le conoce sobre todo por sus novelas autobiográficas La Voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904). Azorín introdujo un estilo nuevo y vigoroso en la prosa española. Su obra destaca asimismo por la sagaz crítica literaria que realiza en textos como Los valores literarios (1913) y Al margen de los clásicos (1915). Fue el máximo representante de la Generación del 98, movimiento literario que él definió, conceptualizó y defendió.

FUENTE : http://www.epdlp.com

 

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TEXTOS  DE AZORÍN:

Castilla (fragmento)

“ No puede ver el mar la solitaria y melancólica Castilla. Está muy lejos el mar de estas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas; de estos barrancales pedregosos; de estos terrazgos rojizos, en que los aluviones torrenciales han abierto hondas mellas; mansos alcores y terreros, desde donde se divisa un caminito que va en zigzag hasta un riachuelo. Las auras marinas no llegan hasta esos poblados pardos de casuchas deleznables, que tienen un bosquecillo de chopos junto al ejido. Desde la ventana de este sobrado, en lo alto de la casa, no se ve la extensión azul y vagarosa; se columbra allá en una colina con los cipreses rígidos, negros, a los lados, que destacan sobre el cielo límpido. A esta olmeda que se abre a la salida de la vieja ciudad no llega el rumor rítmico y ronco del oleaje; llega en el silencio de la mañana, en la paz azul del mediodía, el cacareo metálico, largo, de un gallo, el golpear sobre el yunque de una herrería. Estos labriegos secos, de faces polvorientas, cetrinas, no contemplan el mar; ven la llanada de las mieses, miran sin verla la largura monótona de los surcos en los bancales. Estas viejecitas de luto, con sus manos pajizas, sarmentosas, no encienden cuando llega el crepúsculo una luz ante la imagen de una Virgen que vela por los que salen en las barcas; van por las callejas pinas y tortuosas a las novenas, miran al cielo en los días borrascosos y piden, juntando sus manos, no que se aplaquen las olas, sino que las nubes no despidan granizos asoladores. 

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English: Casa de Doña María la Brava, en Salamanca (España) (Photo credit: Wikipedia)

English: Casa de Doña María la Brava, en Salamanca (España) (Photo credit: Wikipedia)

Don Juan (fragmento)

“ Han venido a preguntar a la fondita si comprábamos antigüedades. Quien preguntaba era una viejecita vestida con largas locas negras: doña María. Doña María nos ha llevado a su casa. La casa de doña María está en lo más alto de la ciudad. La ciudad tiene callejuelas estrechas y grandes caserones. En la Audienciahay, desde hace años, unas vidrieras rotas en las ventanas. En el Gobierno civil sale el tubo de una estufa por un balcón de la fachada. En el mercado, los vendedores envuelven los comestibles en hojas de libros antiguos y papeles del siglo XVII. La casa de doña María tiene un zaguán chiquito. Arranca del zaguán una escalerita de madera; llega hasta el fondo y tuerce a la izquierda formando una galería. En el fondo, a un lado, se abre la puerta. Hay en la casa anchas salas llenas de antigüedades y corredores oscuros con ladrillos sueltos en el pavimento que hacen ruido al ser pisados. Doña María, entre cachivaches anodinos, tenía algunos primores en muebles, porcelanas y telas. A1 pasar frente a una puerta, la ha abierto y ha dicho:
—Aquí posa don Juan.
Hemos entrado. La estancia estaba sencillamente aderezada. Una puerta de vidrieras daba a la alcoba. En las paredes había una serie de litografías en color. Desde el balcón se contemplaba el río en lo hondo. Iba muriendo el día.
La pálida claridad del cielo, en el lejano horizonte, ponía en el ambiente una íntima tristeza. Un caminito de cipreses se perdía, a la otra parte del río, entre las lomas. ¿Adónde va ese camino? ¿De dónde vienen esos hombres que marchan por él lentamente? La casa estaba ya casi a oscuras. Fulgía en el cielo la estrella vesperal. Los cipreses del caminito han ido perdiéndose en la sombra. ¿Adónde irá ese caminito? ¿Cuántas veces lo contemplará don Juan —eternidad, eternidad—desde el balcón que da al río?
Una débil claridad aparece en las alfas vidrieras de la catedral. Es la hora del alba. A esta hora baja el obispo a la catedral. El palacio del obispo está unido a la catedral por un pasadizo que atraviesa la calle. A la hora en que el obispo entra en la catedral todo reposa en la pequeña ciudad. La catedral está casi a oscuras: resuenan, de cuando en cuando, unos pasos; chirría el quicio de una reja. En la pequeña ciudad la luz de la mañana va esclareciendo las callejas. Se ve ya, en la plaza que hay frente a la catedral, caer el chorro del agua en la taza de la fuente, el ruido de esta agua, que había estado percibiéndose toda la noche, ha cesado ya.
El obispo está ciego; ciego como el dulce y santo obispo francés Gastón Adrián de Ségur. Entra en la catedral despacito; va sosteniéndose en un cayado; obra de dos o tres pasos le van siguiendo dos familiares. La amplia capa cae en pliegues majestuosos hasta las losas. Se dirige el buen prelado hacia la capilla del maestre don Ramiro. De cuando en cuando se detiene, apoyado en su bastón, con la cabeza baja, como meditando. Su pelo es abundante y blanquísimo. Destaca su noble cabeza en el vivo morado de las ropas talares. No puede ya ver el obispo su catedral, ni su ciudad. Pero desde su cuartito, él, todas las mañanas, a la hora en que rompe el alba, espía todos los ruidos de la ciudad, que renace a la vida: el canto de un gallo, el tintín de una herrería, el grito de un vendedor, el ruido de los pasos. Ya no puede él ver los zaguanes blancos y azules de los conventos pobres; ni las iglesitas sin mérito ninguno artístico, pero ennoblecidas, santificadas, por el anhelo de las generaciones; ni los vencejos que giran en torno de la torre de la catedral; ni el panorama de las colinas que se descubre desde el paseo de la ciudad. 

Alicante City HallAlicante City Hall (Photo credit: Wikipedia)

Medieval walls of Ávila, autonomous region of ...Medieval walls of Ávila, autonomous region of Castile and León, España (Photo credit: james_gordon_losangeles)

El escritor (fragmento)

“ Absolutamente nada. Nada que se salga del carril cotidiano. La vida fluye incesable y uniforme; duermo, trabajo, discurro por Madrid, hojeo al azar un libro nuevo, escribo bien o mal -seguramente mal- con fervor o con desmayo. De rato en rato me tumbo en un diván y contemplo el cielo, añil y ceniza. ¿ Y por qué había de saltar de improviso el evento impensado? Trabajemos día tras día ¿Dónde está nuestro Leteo? En el afán diario. O acaso, a través de la obra hacemos ese dolor más delicado. ¡ Cincuenta años escribiendo… Desdelos tres quinquenios con la pluma en la mano. Impetu, fervor, perseverancia, entusiasmo… Ha pasado mucho tiempo y los años cargan sobre mis hombros… Todo lo que asciende, desciende… Cuando podemos ya esperar, habiendo visto correr tanto tiempo lo ciframos en la obra cumplida. 

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La voluntad (fragmento)

“ -La propiedad es el mal… Se buscarán en vano soluciones al problema eterno. Si el medio no cambia, no cambia el hombre… Y el medio es la vivienda, la alimentación, la higiene, el traje, el reposo, el trabajo, los placeres. Cambiemos el medio, hagamos que todo esto, el trabajo y el placer, sea pleno, gustoso, espontáneo, y cambiará el hombre. Y si sus pasiones son ahora destructivas —en este medio odioso—, serán entonces creadoras —en otro medio saludable… No cabe hablar del problema social: no lo hay. Existe dolor en los unos y placer en los otros, porque existe un medio que a aquéllos es adverso y a éstos favorable… La fuerza mantiene este medio. Y de la fuerza brota la propiedad, y de la propiedad el Estado, el ejército, el matrimonio, la moral. Azorín replica: —Un medio de bienestar para todos supone una igualdad, y esa igualdad…Yuste interrumpe: —Sí, sí; se dice que es imposible una igualdad de todos los hombres… que todos no tienen el mismo grado de cultura… que todos no tienen las mismas delicadezas estéticas y afectivas…El maestro calla un momento y después añade firmemente: —Las tendrán todos, las tendrán todos… 

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Hace un siglo Juan Bautista Lamarck ponía el siguiente ejemplo en su Filosofía zoológica: un pájaro vese forzado a vagabundear por el agua en sitios de profundidad escasa; sus sucesores hacen lo mismo; los sucesores de sus sucesores hacen lo propio… Y de este modo, poco a poco, a lo largo de múltiples generaciones, este pájaro ha visto crecer entre los dedos de sus patas un ligero tejido… y aumentar de espesura… y llegar a recia membrana que le permite á él, descendiente de los primitivos voladores, nadar cómodamente en las marismas… Pues bien; ahora aplica este caso. Pon al hombre más rudo, más grosero, más intelectual en una casa higiénica y confortante; aliméntalo bien: vístelo bien; haz que trabaje con comodidad, que goce sanamente… Y yo te digo que al cabo de tres, de ocho, de doce generaciones, de las que sean, el descendiente de ese rudo obrero será un bello ejemplar de hombre culto, artista, cordial, intelectivo.

Español: La actriz española María Guerrero en ...
Español: La actriz española María Guerrero en la obra de teatro Doña María la brava, de Eduardo Marquina (Photo credit: Wikipedia)

Español: La actriz española María Guerrero en la obra de teatro Doña María la brava, de Eduardo Marquina (Photo credit: Wikipedia)

Detail of doña María de Sotomayor, showing Vel...
Detail of doña María de Sotomayor, showing Velázquez’s free brushwork on her dress (Photo credit: Wikipedia)

Detail of doña María de Sotomayor, showing Velázquez’s free brushwork on her dress (Photo credit: Wikipedia)


Azorín observa:
—Eso es el transformismo. Y Yuste replica: —Sí, es el transformismo que nos enseña que hay que lograr un medio idéntico para llegar á una identidad, a una igualdad fisiológica y psicológica… indispensable para la absoluta igualdad ante la Naturaleza. He aquí porqué he dicho antes que el problema no existe…
No existe desde que Lamarck, Darwin y demás naturalistas contemporáneos han puesto en evidencia que el hombre es la función y el medio… Y puesto que es imposible producir un nuevo tipo humano sin cambiar la función y el medio, es de toda necesidad destruir radicalmente lo que constituye el medio y la función actuales. En el silencio de la noche, la voz del maestro vibra apasionada. Esta mañana, Yuste ha recibido una revista. En la revista figura un estudio farfullado por un antiguo compañero suyo, hoy encaramado en una gran posición política. Y en ese estudio, que es una crónica en que desfilan todos los amigos de ambos, los antiguos camaradas, Yuste ha visto omitido su nombre, maliciosamente, envidiosamente…
El maestro prosigue indignado:
—Para esta obra no hay más instrumento que la fuerza. Nuestros antepasados milenarios usaron de la fuerza para crear instituciones que hoy son venero de dolor: nosotros emplearemos la fuerza para crear otro estado social que sea manantial de bienandanzas. 

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